Siempre les hago una portadita en PowerPoint y al tentón, no doy para más, pero con cariño. Es una cosa entre ellos y yo, me gusta cuidarlos. Están vivos en un universo paralelo de fraggies, yo soy el viejillo del mundo conocido a las puertas de Fraguel Rock.
JEZABEL MONTENEGRO
Una historia sin corazón es una historia muerta.
Síes
A Pedro Rebollo, Pedrito (1962-2021)
Jueves, viernes, sábado, domingo, lunes, martes, sigo reventada de tristeza. Nunca imaginé que tu muerte pudiese afectarme de esta manera, pero es que tampoco pensé otro destino para ti que enterrarnos a todos y alcanzar malhumorado los cien años, surcada la expresión de impaciencia y muescas de vida, con ese niño curioso y risueño intacto, asomado a tus aguas azules en busca de nuevos tesoros cada día, hallándolos. Ojos de los que no se sale. Siento el dolor universal de quien asiste al eclipse del último ejemplar de tigre tibetano celeste moteado en plata de la tierra. Queda Violeta, afortunadamente. Esos ojos.
Y luego está el otro, el dolor de la memoria. He leído por ahí que el mejor recuerdo de ti es tu trabajo. No es cierto. El mejor recuerdo de ti eres tú abandonado en el suelo, la mente volada hacia otra mente que no era pero sería, y acabaría saltándose todos los filtros de caspa y raciocinio para morder el tuétano de cada espectador, sin ninguna intención de trascender. A menudo odiabas ser tú y eso te hacía el mejor. Si estabas querías marcharte y cuando te ibas, volver. Tu vida cabía en una maleta porque los trozos de ti andaban repartidos, y aquí siguen. Yo guardo un baúl de momentos y risas, intimidad, guitarra y Dylan, ajedrez, nubes de hachís, taichí, puto olor a comino y picnics de cuarto de estar, que ahora son gatos maullando pena.
Me despido. Si hubo algo malo, hace mil años que lo olvidé. Te sueño cruzando el desierto hacia el este como cuando imitabas la cabecera de Kung Fu, alejándote de la mediocridad de este mundo para volver en el cierzo y barrerla. Se retorcerá el viento una ceja. Danos caña. Y aunque no tengo prisa, hasta pronto. Tq.
Aristóteles y cultura caNcelaria.
Dice Aristóteles en su Poética que cualquier tipología de personaje puede albergar bondad, incluso una mujer, ser inferior, o un esclavo, ser sin ningún valor. Me pregunto a qué espera el funcionariado cancelario para retirar a este señor de la Filosofía, las librerías, quemar su efigie en las plazas públicas y nombrarlo persona non grata en colegios, universidades, bibliotecas y el billón y medio de cursos que calculo debe de haber sobre Narrativa, si por mucho menos han crucificado a Dumbo, Asterix y Obelix, Blancanieves, Lo que el viento se llevó, Flaubert y Arévalo. Nunca me cayó bien, la verdad, demasiado marisabidillas y racional, ñiñiñiñiñi.
Guionistas y Planetas
Puntos de vista
Espero que no seáis tan jipis como para creer todas esas tonterías conspiranoicas de los movimientos sísmicos, el magma, la madre naturaleza, bla bla bla bla, respecto al nuevo volcán en erupción de Canarias, por favor, a santo de qué iba a quedarse Luzbel matando moscas con el rabo en el infierno, pudiéndolo utilizar en las bacanales de los curas aquí en la tierra, ¿en qué cabeza cabe?
Hostias
Hace varios días que siento la imperiosa necesidad física y espiritual de darme de hostias con alguien indeterminado, sin motivo aparente. Me cuesta dominar la ola de agresividad, y me azuza el recuerdo de la noche en que me pegué con una heavy en la puerta del Desastre porque quería levantarme un novio. La coreografía de la pelea fue patética, pero al menos tuvo un desencadenante claro.
Como persona reflexiva y sensata que soy aunque utilice buena parte de mi energía en disimularlo, intento encontrar la causa de este estado, e iba a culpar de la sed de sangre a mi nueva naturaleza vampírica (me he autodeterminado Vampira de serie B hasta que me aburra o termine el calor), cuando un eureka me ha dado el alto: llevo dos semanas visualizando películas sobre adolescentes rebeldes y pandilleros, en busca de referencias que me ayuden a explicar un proyecto. Ando mimetizada. Es la mía una agresividad inducida, sin descartar del todo que mi nuevo 'yo' le añada un plus de peligrosidad, pues soy muy de llevar los jueguecitos al extremo si me divierten. Claro que no todas las peleas ni todos los pandilleros son iguales. En este sentido, el chico de la moto es el rey. Igualmente os partiría el labio bien a gusto de un cabezazo.
Amo esta película.
(Guion: Hinton, Coppola)