En el tramo que abarca la vista, qué hace del río un río, el agua o la corriente, porque sin corriente un río es más bien una lengua muerta de agua, y voy a sentirme decepcionada, incluso estafada, en caso de que alguien me venda como río un estancamiento. Pero si en lugar de agua discurre leche, sabré que me encuentro ante un río de leche si percibo movimiento (ojalá salmoncitos rosados a contracorriente).
A lo mejor meto un dedo para asegurarme de que no es pintura, busco en Google camiones volcados de Pascual o catástrofes en vaquerías de la zona que me proporcionen una explicación racional a algo nunca visto, pero no cuestionaré lo que estoy viendo por más increible que parezca, pues me va en ello la cordura.
Y si me plantan el río de leche en un universo de ficción, seguiré creyendo en él siempre que advierta la corriente a través de los elementos que lo acompañan, da igual lo locos que sean, y los parámetros que rigen no sobrepasen mi capacidad de comprensión, da igual lo insensatos que sean.
Hoy estoy convencida de que la verosimilitud es energía cinética.