SUEÑO DE LAGUNAS Y LOBOS

En mitad de un pinar reforestado de árboles desnudos y ordenados, los restos a dos alturas de un pueblo de piedra. En lo alto, nosotros, cuatro almas de payaso. Mi amigo de toda la vida en sueños, bajito, con algo de barba y un cachirulo en la cabeza. Una mujer rubia y tranquila, buena, de tamaño medio y mediana edad. Un hombre alto y moreno, brillante, elegante y peinado como un banquero, que me gusta. Yo, una laguna.
Vivimos en la pequeña explanada donde ensayamos y actuamos para nosotros mismos, al lado de los columpios.
Nuestra misión es la de preparar la alegría de los niños que siempre aparecen por la tarde en la parte baja, junto al arenal.
Nos columpiamos hasta poco antes, a veces apuramos demasiado y tenemos que correr para construir el pequeño volcan de arena o la parte superior de un hormiguero gigante habitado por juguetes sencillos. Nos escondemos cuando aparecen los niños excitados a llenarse las uñas de tierra excavando por sus juguetes y revolcándose en ella. Rien y gritan sin parar. Entonces comienza a anochecer y se escuchan ruidos oscuros en el bosque. Hay que apresurarse.
Los niños desaparecen y buscamos refugio cerca de los columpios, entre los árboles. Permanecemos unidos. Mi amigo y yo vamos armados con una cuerda gruesa y una piedra en su extremo, somos guerreros. La señora buena es laguna ahora y el hombre elegante, tan neutro. Pero le quiero. Todos tenemos miedo.
De noche, nos atacan tres lobos. De uno en uno, por orden de ferocidad. Caminan erguidos sobre las patas traseras, son muy peligrosos. Puro odio.
Los guerreros salimos al paso del lobo negro, hocico afilado, ojos rasgados, dientes enormes de un blanco luminoso, atlético, sibilino,tremendamente sexual. lanza zarpazos mortales con sus garras delanteras que se hacen gigantes en el aire mientras hacemos girar nuestras cuerdas para estrellarlas contra su lomo y su estómago con la fuerza de una patada de taekwondo. Sale despedido hacia atrás, creemos haberlo matado pero cuando estamos a punto de reunirnos con los demás, una zarpa golpea a mi amigo en la cabeza, que se desploma muerto a mi lado. Ni rastro del lobo negro. Lloro. La mujer buena acaricia muy triste el cadáver de mi amigo ya sin color y lo arrastra debajo de la luna, que es amarilla. El hombre que me gusta es ahora laguna.

Nos atacan de nuevo, es una loba color marfil, algo sucia, muy grande y recia, todo su cuerpo cubierto de pelo largo y enmarañado como el de los perros de lanas. No se le ven los ojos. Sujeta una porra eléctrica que deja en coma a sus enemigos y convierte sus rostros en muñecas de plástico muerto. Apenas tenemos tiempo para reaccionar. Me adelanto tratando de alcanzar la cuerda, la mujer buena está muy asustada, el hombre elegante grita para desviar la atención de la loba sobre mí, pero ésta logra rozarme con la porra.

Despierto dejándome abandonada inerte en el bosque con una monstruosa cara de nancy junto a dos almas queridas de payaso y a merced de la laguna del lobo gris.

SINESTESIA

Voy a encenderme con un seis, entre el frío y el naranja, un cigarro de virutas de chocolate mientras escribo que, os guste o no, el siete siempre será alto, blanco y mayúsculo.
Intensos y divertidos mis socios y yo, sonreímos mirando dentro de la ventana en mi cabeza la lectura de varias vidas superpuestas.
Siento la decepción de quien pensó en talento o imaginación.
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