Crisis de verosimilitud y ríos de leche

 


En el tramo que abarca la vista, qué hace del río un río, ¿el agua o la corriente?
 
Yo diría que sin corriente un río no es río, más bien una lengua de agua, y si esperando un río me encuentro con algún tipo de balsa, un almacenamiento, voy a sentir decepción, incluso engaño, en caso de que alguien me haya vendido la lengua quieta de agua como río.
 
Si en lugar de agua lleva leche, y esta discurre ante mis ojos gracias a la corriente que no veo pero percibo a través del movimiento de la leche, no dudo que estoy ante un río de leche, por muy increíble que me parezca su existencia (ojalá también salmoncitos rosados nadando a contracorriente).
 
Quizá lo tercero que haga, después de meter un dedito en la leche para asegurarme de que no es pintura y flipar un poco, sea conectar los datos y consultar en Google si hay alguna vaquería cerca o ha volcado un camión de Pascual. Buscaré una explicación racional para algo que nunca había visto, aunque no dudaré de que lo estoy viendo.
 
Y si me plantan el río de leche en un universo de ficción, me seguirá haciendo falta la corriente para creer en él (una lengua de agua que trata de recuperar la corriente para volver a fluir como el río que fue, la cabra tirando al monte, también me daría la razón), pero ya no necesito la pintura o la vaquería. Quizá saber dónde nace y porqué, o dónde muere, si es que muere, tampoco sea lo más importante, no sé, de momento seguiré expectante la historia que lo incluye por más ingredientes locos que lleve, siempre y cuando no sean naturaleza muerta presentada como viva, floreros, y las reglas que los relaciona no me aturullen o sobrepasen mi capacidad de comprensión.
 
Una vibración, un leve traqueteo, la llama de la antorcha olímpica en un día de sol, hoy estoy convencida de que Verosimilitud es energía oscura.
 
(Mañana no sé)