La política me está jodiendo el jardín de musas. Y el crujido de
quijadas rígidas elevándose al cielo con resignación, buscando el
paraguas de la lluvia, no ayuda a escuchar las voces debilitadas. Por
una vez que es el dedo quien allana el terreno al desierto, y tan fácil
de ver la excepción en el contraste. Me sobran pozos para resistir
aunque el mundo se pare, ese no es el problema, he buscado unas Martens
con flores rojas bordadas y puedo cruzar veinte mares de virutas con
ellas, pero cuando el acero cubra todas las rendijas, no quedarán
caminos por los que regresar siquiera. Se habrán asfixiado y dará igual
hacia dónde mirar, no
te importarán mis mierdas y a mi tampoco las tuyas.
2 comentarios:
“A veces las palabras parecen construir añicos de espejo esperando a ser recogidos. Puedo verme en cada trozo que me mira pero con esa extraña sensación de no reconocerme en la amenaza del corte y la sangre. Porque quizá estén allí con ese siniestro único propósito de lo inmóvil. Ponerme a prueba para vencer o sucumbir.”
Bienvenida. Eres un placer.
Gracias.
Hola, Javier, acabo de leer esto en los apuntes que tengo delante:
"En general, el detonante no suele coincidir con el planteamiento de la cuestión
dramática o punto de giro. Este aparece unos cuantos nudos de acción después
de tentar al protagonista a que produzca un cambio en su mundo ordinario".
Un abrazo, gracias a ti.
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