TREINTA Y CINCO.

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No sé jugar a las cartas, me han enseñado cien veces y lo he olvidado ciento una. Donde manda memoria selectiva no manda marinero. Pero si el azar nos cruza ante unos dardos, un parchís o un ajedrez, incluso una mesa de billar, no parpadees. Soy una tramposa profundamente honesta. Lo aviso y si me pillas, no lo negaré. Pero volveré a intentarlo. Perder me aburre y no mato por ganar, es la posibilidad de trampear la que me pone, explorar otras vías. Las personas tramposas son muy necesarias en esta sociedad llena de flechas e indicaciones, de caminos fosilizados bajo el peso de huellas unidireccionales, pues proveen a las normas de su razón de ser. Porque sería terrible darse cuenta de que uno, desde que nace hasta que muere, vive asfixiado por manuales de instrucciones para cada acto que realiza y se afana por cumplir, que no son necesarios.
De nada.
Y aunque éste blablabla venía a cuento de otra cosa, aparece de pronto Francisco Montes Neiro en mi mente, un señor que debía tener anginas el día que repartieron los panfletos con los mandamientos sociales y anexos, desertó del ejercito, lo encarcelaron y lleva entre pitos y flautas treinta y cinco años TREINTA Y CINCO AÑOS 35 treinta y cinco años encerrado.

Se me han borrado las ganas de contar mi gilipollez. Treinta y cinco años. Por y para dar sentido a la obediencia y rectitud de los demás. A lo malo y lo bueno escrito.
El payaso de Jesucristo dedicó los finales de sus treinta y tres y la mitad del mundo lleva dos mil años y pico años dándole las gracias post mortem. Mucho me temo que Francisco morirá enfermo, encerrado, solo y no se lo agradecerá ni dios.
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4 comentarios:

El condón de Aquiles dijo...

Qué manera de desertarte de la vida

FJavier dijo...

Para los que conocimos la experiencia de una milicia indigna, esa tentativa por la evasión se revela entre heroica y estúpida. Después, como en un simulacro de suicidio cronificado, el afán en ese querer escapar fallido bien pudiera ser la triste evidencia de una sociedad carente de otro destino para la indignidad que la propia cárcel de la que surge.

Comparto la ternura de tu indignación.

Javier Divisa dijo...

Tiene huevos, que poco dice esto de la democracia, y tanto psicópata en la calle, diosss
bss

Noah dijo...

Demasiados eslabones defectuosos en la cadena que asegura un sistema ke nunca ha funcionado.
Yo no habría sobrevivido ni la cuarta parte.
Bsos.