1 comentario:

FJavier dijo...

Estremecedor testimonio, querida Jezabel.

Hoy, que casualmente mueren de hambre unos miles, centenares de miles, millones quizá, porque no les llega el pan nuestro de cada día, gastamos recursos de autoestima sectaria y millones para que el representante del amor oficial nos recuerde lo importante que es mirar hacia otro lado, hacia ese cielo luminoso donde no llegan los lamentos del dolor de tantos olvidados.

No hay dignidad para quien come y llama hermano al que muere de hambre.

Mi abrazo y admiración.