Iba a escribir sobre lo tontacas que me parecen las teorías de venganza
de la Pacha Mama, sobre el murciélago que hinca el diente en un sistema
dinámico complejo, determinista, lineal y previsible como nuestro
reflejo, y desata las trayectorias de un péndulo que sólo el orden del
caos comprende, sobre lo fascinante que en el fondo me resulta este
brutal choque de sistemas, sobre la inquietud que me produce la
posibilidad de que seamos tan soberbios como para creer que podemos
preveer el futuro vigilando cada aleteo de cada mariposa, pero hay dos
pajarracos gordos y negros comiéndose a otro más pequeño encima de la
antena, y no me lo quiero perder.
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